Cuando algo se hace necesario, no hay barreras para conseguirlo.
Esta simple verdad es la que mueve el mundo, el deseo, el querer algo y para ello hacemos lo que sea, como sea y a costa de cualquier cosa.
Lógicamente es bueno, pero a su vez puede ser muy peligroso si ese deseo no es correcto y bueno para nosotros y para los demás.
O sea bueno para todos. "O jugamos todos o rompemos la baraja." Y desgraciadamente muchos deseos son buenos solo para satisfacer una necesidad momentánea y luego se convierten en perjudicial para nosotros mismos.
Aquí tenemos una llave del vendedor: Hacer cumplir los deseos, necesidades del cliente, tratando de su bien y el de todos y para ello no basta con cumplir un montón de normas, hay que decirlo y hacerlo ver con el fin de que el comprador, cliente, esté seguro de lo que compra y con ello confíe mas en la oferta que recibe. (Es lo que se ha dado en llamar: Trazabilidad.)
En una palabra, la confianza viene de la seguridad.
Ver, oír, escuchar y valorar antes de lanzar ningún producto al mercado.
Muchas veces lo secundario distrae de lo importante y ya empezamos con el primer error que hay que eliminar.
Las marcas, los productos condicionan mucho pero también la marca personal de la gente que lo lleva, lo fabrica o manipula.
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